La mediación como alternativa al castigo en la cárcel de Zuera
Por Silvia Romeo
La Asociación zaragozana ¿Hablamos? realiza cada año más de una veintena de intervenciones en las que parejas de presos que han tenido un conflicto pueden explicar sus puntos de vista, desahogarse y llegar a un acuerdo, antes de ser sancionados separándolos definitivamente de módulo y perdiendo privilegios
La rutina y la convivencia llevan intrínseco un cierto grado de conflictividad. Ir a trabajar, hacer la compra, lidiar con el carácter de otras personas,… son actividades que, en cierto modo, estamos obligados a hacer. Y eso, a veces, nos cabrea. Ahora, imagínese tener esas mismas obligaciones estando encerrado durante meses o años en una celda, sin apenas posibilidad de evasión. Es normal que haya discusiones en la cárcel. En Zuera, las hay. Y un grupo de mediadores trabajan de forma altruista para limar asperezas e intentar que la prisión sea un lugar de paz.
Paula García es una de esas mediadoras que con una periodicidad semanal acude a la cárcel zaragozana para dialogar con presos que han protagonizado un conflicto -no por ello, presos conflictivos-. Es voluntaria en la Asociación ¿Hablamos?, especializada en mediaciones penitenciarias desde el año 2005, y desde el 2017 organiza este tipo de encuentros con internos en la cárcel. El procedimiento es siempre el mismo: desde la prisión informan de cuáles son las parejas de presos que han discutido en los últimos días y el porqué. Y ellos valoran cuáles son los candidatos idóneos para participar en una mediación. “Miramos el grado de alfabetización, de drogodependencia, su estado de salud mental… porque, evidentemente, no todo el mundo está dispuesto a hablar ni tiene el 100% de capacidad”, apunta García.
Una vez seleccionado el caso, programan entrevistas individuales con los internos implicados, y ahí llega el momento de escuchar. “Muchas veces necesitan hablar, contar su experiencia y desahogarse. Y nosotros les damos esa confianza”, explica la mediadora. El preso cuenta su versión de lo ocurrido, y el voluntario se interesa por sus necesidades, le pregunta qué le gustaría decirle a la otra persona, cómo reaccionaría si le contara que no opina como él y cómo le gustaría solucionarlo. Los motivos más comunes de disputa en la cárcel que terminan en mediación son insultos, miradas mal interpretadas o salpicaduras de terceros en una discusión que realmente no iba con ellos. Para García, “cosas del día”. “A veces es simplemente porque uno se ha colado en la fila del economato. Por eso, es importante darles herramientas para resolver conflictos. Mecanismos que pueden usar dentro y fuera de prisión”, añade.
Una vez conocidas las versiones de ambas partes, el mediador programa un encuentro conjunto. Allí los presos se miran cara a cara y exponen sus versiones. Si el resultado de la mediación es positivo, ambos internos firman un acta de reconciliación, y con ella hay posibilidad de que instituciones penitenciarias no saque a los protagonistas del conflicto del módulo en el que convivían -en Zuera hay más de 10; solo uno de mujeres-, separándolos definitivamente. Ya que cuando dos internos discuten en la cárcel la normativa dicta decretar una ‘incompatibilidad’, que obliga a separar a los presos con la condición de que no pueden coincidir dentro del espacio penitenciario bajo ningún concepto. En consecuencia, también pueden perder costumbres de su día a día como el trabajo que llevan tiempo realizando o el contacto con otros presos con los que han entablado amistad. “Para los internos la mediación es voluntaria. Pero a muchos les interesa porque quieren pasar su condena de la mejor forma posible. A nadie le gusta convivir con la tensión que genera un conflicto ni perder recursos y actividades beneficiosas a nivel personal”, resalta García. Por estos motivos, dice, también tienden a cumplir con los acuerdos. De las 25 mediaciones que han realizado en el último año, todas han concluido con acta de reconciliación.
Hay presos que solicitan la mediación
Uno de los logros de esta asociación, cuenta la mediadora, es que hay presos que solicitan ellos mismos participar en una mediación. “Llegan instancias de los propios internos, incluso en situaciones donde no ha habido intervención funcionarial. Por ejemplo, me vienen a la cabeza unos por los que no se había decretado conflicto como tal, pero que en el espacio de trabajo chocaban. Pidieron hacer una mediación y llegaron a la conclusión de que eran todo malos entendidos. A día de hoy, trabajan juntos y han logrado mejorar el ambiente laboral de todo el grupo”, relata. “También hay situaciones de personas que han acumulado muchas incompatibilidades, quizá porque han tenido una trayectoria más conflictiva en el pasado, y de repente deciden que tiene que cambiar y piden reencontrarse con viejos compañeros y hablar”, agrega.
Pero la mediación no es siempre la mejor solución. Según datos ofrecidos por la Asociación ¿Hablamos?, algo más de la mitad de los presos sufren drogodependencia, el 14% analfabetismo en distintos grados y el 30% son extranjeros, con el posible riesgo de no dominar el castellano que eso puede suponer. «Muchas veces cuando vas a entrevistar individualmente, ha ocurrido que no tienen capacidad de diálogo. Entonces lo que hacemos no es cerrar las puertas sino que damos un margen de tiempo para a ver cómo evoluciona esa persona e intentamos retomar el asunto más adelante», aclara Paula.
La mediación intrajudicial en Aragón está «parada»
La mediación es un proceso que también se podría aplicar en procesos judiciales, de hecho, aunque pocas veces, se ha utilizado en nuestra Comunidad. Sin embargo, actualmente este asunto está «parado», según reconoce Soledad Alejandre, magistrada del juzgado de Instrucción nº 2 de Zaragoza y coordinadora territorial de Mediación en Aragón. «No tenemos el sistema necesario para poder derivar porque desde el año 2022 no han salido acuerdos de subvenciones», lamenta.
La mediación intrajudicial es un sistema alternativo de resolución de conflictos. Es voluntario, confidencial y gratuito. Es decir, tanto la víctima como el victimario tienen que mostrarse dispuestos a dialogar. «Es un método que posibilita la participación activa de las partes y ofrece la posibilidad de que la solución no sea algo impuesto», argumenta Alejandre. Para la magistrada, incorporar la mediación dentro de un proceso judicial favorece el entendimiento y el cumplimiento de las penas, y reduce la probabilidad de que la disputa se repita. «Vivimos en una sociedad donde se denuncia con mucha facilidad. Nos llegan casos insólitos. Y hay muchos que están enquistados. Nos encontramos con personas que se denuncian constantemente. Hablando, a veces, se relativizan los problemas», resume.
En España, la mediación intrajudicial puede realizarse en cualquier momento del procedimiento, incluido una vez dictada la sentencia. Y está prohibida en los casos de violencia de género y violencia sexual, tal y como señala la Ley Orgánica 10/2022 de garantía integral de la libertad sexual. Los conflictos más comunes de ser resueltos con esta vía son lesiones y amenazas. Además, comenzar en este proceso no obliga a las partes a terminarlo (pueden dejarlo cuando quieran) ni a llegar a un acuerdo. «Lo que se busca es el aprendizaje», concluye la magistrada, quien defiende que la solución más adecuada para incorporar mediaciones en procesos judiciales en Aragón sería crear una unidad integrada.
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